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viernes, 19 de octubre de 2012

CUATRO EXPONENTES DE LA CULTURA EN JAMUNDÍ. Informe especial


CASA DE LA CULTURA DE JAMUNDÌ
CUATRO GRANDES EXPONENTES DEL ARTE
Comenzaron a consolidarse  proyectos culturales de importancia, no obstante las limitaciones presupuestales, pero para el próximo año quedarán incluidos en alrededor de 20 alternativas artísticas, culturales, poéticas y musicales.
Por Carlos  Eduardo Osorio

La Casa de la Cultura de Jamundí no sólo es música. En la institución convergen  desde escenarios de pintura y enseñanza de modelaje  hasta presentaciones de cuenteros, encuentros poéticos y grupos de baile.

Dos son los personajes que manejan el centro cultural: José Rubio, director, y Juan Carlos Sierra, director de la Escuela de Música. A pesar de que por problemas presupuestales del Municipio no se han podido contratar a todos los monitores, también se enseña danza y es el sitio obligado de encuentro diario de decenas de niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad.

Con un espacio
Sí, porque los adultos mayores tienen su espacio los lunes y viernes en la denominada “aerorumba”, donde hacen ejercicios al ritmo de la música salsa, dirigidos por tres expertas en el arte de la gimnasia rítmica.

En esta oportunidad, exaltaremos la labor de una saxofonista, un cantante, un guitarrista y un pintor.

DIANA LICET SAAVEDRA
EL SAXOFÓN, SU OBJETIVO DE VIDA
Es la directora de la banda de vientos de la Casa de la Cultura. Confiesa que es una mujer apasionada permanentemente por la música. A sus 27 años es madre de Juana Sierra Saavedra y su objetivo a corto plazo es crear su propia agrupación conformada por 30 músicos jóvenes de Jamundí.

Su  carrera profesional la inició con percusión folclórica, donde empezó a conocer la música andina y a interpretar la quena, la guitarra y la sampaña. Después ingresó al Instituto Popular de Cultura, a la Banda Municipal  donde aprendió a manejar con maravillosa dedicación el saxofón y ahora estudia música en la Universidad del Valle. También interpreta el trombón.
 
Trayectoria
Ha integrado varios grupos comoLa Bamba”, “Chicas Madera” y en momento hace parte de “María Mulata Orquesta”. Fue directora de varios grupos, entre ellos “Suzunga” y la academia musical “Taca Taca”. Ha participado durante dos años consecutivos en el Festival Petronio Álvarez.

A comienzos de este mes visitó a Centroamérica para participar en el Festival Honduras Sax, como saxofonista, donde obtuvo el sexto lugar entre 70 participantes de América Latina.

En la banda de vientos de la Casa de la Cultura hay en este momento 15 integrantes que tocan saxofones, trombones, trompetas y clarinetes.

Reconoce que fue su exesposo Juan Carlos Sierra quien le abrió las puertas a la música al brindarle todo el apoyo posible e invita a los jóvenes a que “cojan un instrumento y que hagan cultura a través de la música, porque por ese lado se labra el camino del bien. Lo digo por experiencia propia”.

ORLANDO BELTRÁN MEJÍA
UN ACCIDENTE LO CONVIRTIÓ EN MÚSICO
Después de 30 títulos nacionales en deporte extremo, a mediados de 1998 tuvo que abandonar la bicicleta porque un accidente en una prueba de descenso casi lo deja parapléjico. Tuvo fractura en la quinta vértebra cervical y un milagro lo tiene caminando normalmente, aunque es consciente de que hasta un mal movimiento dormido lo puede volver a perjudicar.

Obligado a dejar el deporte, se inclinó por la música. Aprendió guitarra eléctrica en el Instituto Popular de Cultura, guitarra acústica, clarinete y hace dos meses comenzó a aprender tiple.

Caleño, 40 años, Beltrán Mejía estudió ingeniería industrial en la Universidad Autónoma de Occidente. Quiso hacer empresa independiente y en el 2000 arrancó como pionero en internet con un portal de conciertos y deportes. 

Seis libros
Ha escrito seis libros, uno de ellos titulado “Estamos de paso”, sobre historia de ciencia ficción, deportes extremos y superación, montado sobre  el paradigma del guión de cine, y fue presentador de eventos musicales y deportivos. Trabajó en La Mega y un día dijo que se iba a volver músico y lleva 10 años estudiando.

Su objetivo es socializar todos los trabajos que hace, “traspasar el mundo a través de la música, aunque una de sus frustraciones es los libros escritos siguen sin publicarse porque “como no poseo recursos propios, no quiero poner en riesgo la casa de mi mamá para  editarlos”.


 EDUARDO PINO ESCOBAR
 EL “PIPO” DE LA PINTURA
Su abuelo  paterno le puso el apodo de “Pipo” y así se quedó para siempre, hasta el punto que la mayoría de quienes lo conocen ignoran que se llama Eduardo. Sus pinturas son apreciadas por todos los visitantes de la Casa de la Cultura y es quizá el único artista autorizado para negociar sus cuadros dentro de la institución. Su especialidad: El lienzo, el óleo y el acrílico.

Tiene 30 años y vive de la pintura desde hace 12 años. “Se puede vivir de la pintura, pero la idea no es vivir del arte sino para el arte. La pintura me da para sostener la familia; sin embargo, para uno poder expresarse en el arte no hay que pensar en el dinero”.

Dedicación y carisma
Reconoce que el espacio para pintar dentro de la Casa de la Cultura se lo ha ganado a base de esfuerzo, dedicación y carisma. Su primer escenario fue matizar  y exponer fue el parque principal, con el peligro que corrían sus lienzos expuestos al sol o las gotas de lluvia.

Desde la época de colegio se dio cuenta de que sabía dibujar y empezó a indagar cómo se llamaban los utensilios.  El primer cuadro que pintó se lo vendió a un compañero de trabajo. Recuerda que era un tríptico (bodegón).

Un poco de pena
Cuando comenzó en el parque sentía pena porque se imaginaba que la gente pensaba que no sabía pintar. Sin embargo, su primer cuadro en ese lugar, un paisaje, lo vendió a un buen precio, y  de allí en adelante se tomó confianza y no le importaba que lo criticaran o  se burlaran.

Dice que en Jamundí hay desconocimiento del arte y está contento porque ha hizo contacto con el propietario de una galería de Ecuador, a quien le ha vendido varias de sus pinturas. Pide apoyo de la Administración para los jóvenes que tienen talento porque “al arte lo están dejando de último y debe ser el primero”.

 RAMIRO BARONA EL 
“CACIQUE DE LA SALSA
 Es amante de la música salsa y del folclor. Dicen que es un excelente imitador de artistas como Tito Nieves, Gilberto Santarrosa y Andy Montañez, pero él dice que no lo es aunque su tonalidad vocal sea parecida.

A la edad de 28 años comenzó a hacer parte de la orquesta “Tumbafuego”, de Santander de Quilichao, con la cual fue parte activa en la grabación de un larga duración. Es el menor de 10 hermanos y recuerda que a los 10 años cantaba las novenas de navidad.

Dice que lo suyo es una herencia musical de su señora madre, Bertha Barona, quien cantaba mientras lavaba ropa ajena.

Participó en los realitys Factor X del 2009 y en “Yo me llamo” de este año, así como en el Festival del bolero. Su sueño inmediato es poder grabar los temas “Cholao raspao” y “Jamundí, ciudad de ensueños”.

Para destacar
30 músicos jóvenes integrarán la Banda de Vientos de la Casa de la Cultura de Jamundí, dirigida por la saxofonista Diana Licet Saavedra.

  “Se trabaja con mucho esfuerzo, pidiendo muchas veces ayuda de la empresa privada para poder sacar adelante los distintos eventos culturales”, dice José Rubio, director de la Casa de la Cultura de Jamundí.

1 comentario:

Unknown dijo...

Carlos, aqui te veo bien, buena esa por publicar la nota en "El papel periodico" de Luis Fernando.

Esto realmente es lo que necesita Jamundi. Surte y pulso.